Este verano, tuve la oportunidad de viajar a España otra vez, con mi familia. Aunque mi familia, aparte de mí, no habla ni una palabra de español, querían explorar un país completamente extraño. Estaba extasiado; podría visitar mi familia del intercambio y disfrutar de la cultura española en Madrid, ¿sí?
“¿Adónde quieres viajar, Max?” Mi madre me preguntó.
“A Madrid – por supuesto,” yo respondí.
“¿Seguro?” Mi madre añadió.
Antes de este momento, me imaginaba que iríamos a Madrid sin duda, pero mi familia se mantenía firme en preguntarme: “¿Pero, por qué Madrid?”
“¿Max, Barcelona?” Mi padre insistió.
Por primera vez, vi la concordancia imaginada de España y Barcelona en EE.UU. Aunque sabía que Madrid reflejaba la cultura barroca mejor que Barcelona, yo nunca había visitado Barcelona y mi familia me convenció de visitar Madrid y Barcelona, para que pudiera hallar las diferencias por mí mismo.
Primero, llegamos a Barcelona a la vista de un mar atrayente. Mi familia, incluso yo, tenía ganas de na- dar en el mar bellísimo del mediterráneo. La arquitectura en Barcelona es increíble; con los edificios extraños de Gaudí y los rascacielos como la Torre Agbar, la arquitectura refleja una atmósfera moderna y única que no se encuentra frecuentemente en Madrid.
La comida fue increíble. Las tapas fueron sabrosas, y las bebidas fueron deliciosas. También, había mucha variedad en el tipo de la comida: comida italiana, americana, y española – toda la comida fue auténtica y fácil de encontrar.
Aunque la ciudad tenía mucho que ofrecer, después de cinco noches salimos de Barcelona y llegamos a Madrid. Madrid era diferente a Barcelona. Primero, no tiene el Mediterráneo al lado de la ciudad. La gente era similar: aunque no hablaban catalán como en Barcelona, para mi familia americana no existía ni una diferencia en la lengua. Madrid nos ofreció oportunidades y arquitectura que no podríamos encontrar en Barcelona – y viceversa. No había tanta variedad de comida como en Barcelona: solamente eran tapas, tapas, y más tapas. Aunque a mi familia (yo en particular) les encantan las tapas auténticas, la variedad de comida en Barcelona fue más agradable que la monotonía de las tapas – croquetas, jamón serrano, tortilla española, etc.
La arquitectura de Madrid contrasta con la de Barcelona; en el centro de la ciudad, no había rascacielos ni mucha arquitectura moderna. Sin edificios como los de Gaudí, la arquitectura quedaba estructurada y barroca. Los edificios barrocos reflejaban la esencia antigua y magnífica de la que me enamoré durante el intercambio a Madrid. Con la arquitectura de la plaza mayor, el palacio real, y el Escorial (bastante cercano a Madrid…), mi familia apreció las diferencias drásticas de los edificios barrocos y los de EE.UU.
Barcelona y Madrid tienen muchos aspec- tos desiguales de arquitectura, comida, y lugar, pero aunque las ciudades ofrecen culturas diferentes – quizás una de la época barroca y la otra de una época moderna – tanto Barcelona como Madrid constituyen la única cultura española. Mi familia se enamoró de las dos ciudades por diferentes razones: Madrid por su arquitectura y cultura barroca tan distinta a la cultura americana; Barcelona por su comida, mar, y arquitectura moderna y maravillosa. Hace un año que el Señor Fricke me dijo, “Si quieres ver la cultura española, viaja a Madrid; Barcelona está demasiado ameri- canizado.” Quizás el Se- ñor Fricke tiene razón, pero en mi opinión, aún una ciudad moderna y americanizada ofrece mucho y puede añadir a la cultura de un país magnífico.
Max Bennett