por Amaya Sangurima-Jimenez
La televisión nos dice en inglés
resoplando de dientes blancos y ojos grises que algo pasó,
sí algo pasó.
3 horas pasan y la luz del cuarto de mami no se apaga.
4 llamadas sabiendo que nadie va a responder.
16, mami tenía mi edad cuando ella se fue de la isla
2 olas de náusea en la tarde
3.4 millones de almas abandonadas
1 mes y la ayuda no llega.
Tantas llamadas de “¿están seguros? Sí. ¿Pero están bien? No.”
Los números de suicidios en la isla siguen acumulándose.
Mami dice que es porque yo siento profundamente
yo pensaba que eso era algo que todos teníamos adentro
tal vez mi cualidad más preciosa, ese sentir,
me hace daño también.
4 días después de que mi abuelo llegó
3 veces al día que él come con desesperación,
su cuerpo mal ajustado a tanta comida.
1 vez al día me pregunto si lo que me preocupa es válido.
Me dicen “Bueno, tu familia está bien, ¿por qué te molesta tanto?”
La terapeuta americana dice que se llama “survivor’s guilt”
pero yo no estuve allí
mi estómago no grita con hambre cada mañana
mi cerebro no calcula las horas de luz,
10, 11, tal vez…
Esperado la oscuridad que hachea, ahogando el sol cada atardecer
3 días antes oí en el radio, que
una familia llegó de la isla con una niña pequeña buscando
atención médica intensiva en el hospital de niños en Boston.
¿El nombre de la niña? Amaya.
2 veces al día mi mente no me deja olvidar la isla abandonada
una para sentir la pena profunda
de recordarme cada mañana lo que pasó,
otra vez para de-invalidar mis sentidos
“tú no estás allí” me repito
en la clase de inglés otros dientes blancos resoplan
las filosofías del hombre y la naturaleza
no tienen respuestas
para cuando la naturaleza exprime la humanidad del hombre
tal vez la respuesta no exista todavía
Y los dientes blancos y ojos grises no ayudarán
me rehúso a calcular,
los números no mienten.
2 meses han pasado.