por Erica Erdenesanaa, ’21
Había una vez dos reinos muy, muy lejanos. Había dos reyes de los dos reinos, Mahuixotl y Xochicualli, y ellos eran mejores amigos. Ellos se hicieron amigos cuando eran príncipes pequeños–sus familias los habían enviados a un maestro místico en la tierra entre los dos reinos para aprender todo sobre cómo ser rey. Cuando ellos crecieron, tenían que volver a sus propios reinos.
Ellos prometieron que siempre seguirían siendo amigos, pero ¿como podrían ser amigos cuando ellos vivieron tanto lejos el uno del otro? Cuando Mahuixotl volvió a su hogar y se coronó, él rezó a los dioses para que pudiera hablar con su amigo otra vez. Los dioses gemelos, Inkar e Inzu, conmovidos por su tristeza y su amor (que les recordaba a su propio amor fraternal), decidían a ayudarlo. Inkar visitó Mahuixotl en sus sueños mientras Inzu visitó Xochicualli. En el reino de los sueños, Mahuixotl miró mientras el dios dibujó símbolos extraños en el aire.
“Esto,” explicó el dios, “es la escritura. Es una manera de ver las palabras sin oírlas. Puedes escribir cartas con tinta en papel y enviarlas por mensajero.” Cuando Mahuixotl se despertó con este nuevo conocimiento, él inmediatamente fue a escribir sus pensamientos para su amigo.
No obstante, cuando él envió un mensajero al otro reino, él descubrió que este modo de comunicación no funcionó. El reino de Xochicualli era tan lejos que el mensajero tardaría meses en llegar. Además, entre los dos reinos había una selva llena de los serpientes, jaguares, caimanes, y todo tipo de criaturas venenosas. Si el viaje agotador no lo matara, él seguramente se encontraría su fin en las fauces de una bestia.
Mahuixotl rezó de nuevo, y una vez más, Inkar e Inzu fueron para ayudarlo. Esta vez, los dioses dotó a ellos con un regalo aún más impresionante, dos piezas de tecnología llamada “teléfonos celulares.”
“Puedes escribir las cartas en esto, pero no necesitas un mensajero para enviarlas. Los mensajes viajan inmediatamente de uno teléfono al otro,” explicó Inzu.
“Muchísimas gracias,” Mahuixotl exclamó, y empezó a escribir.
Mi querido amigo, ¡te extraño tanto! Te extraño como si fueras mi hermano de sangre, quien fue llevado de mí. Espero que te encuentres bien, y que nosotros podamos vernos pronto.
Cientos de millas lejos, Xochicualli recibió su mensaje. Él sonrió mientras lo leía, y pensaba en cómo iba a responder. Mahuixotl él ya había dicho exactamente lo que Xochicualli estaba pensando. Una de las cosas que aprendió de su maestro era que, a veces, una palabra es más poderosa que cien. Entonces, él respondió:
Sí.
Mahuixotl fue sorprendido por la respuesta corta, entonces él se enojó. “¿Cómo se atreve a despreciarme así?” el gritó. ¡Recé a los dioses noche y día para que podamos comunicarnos, y tú respondes con una palabra! escribió furiosamente.
Yo sé. Las palabras parecían tan inadecuadas a Xochicualli. ¡Lamentó que no pudiera expresar su amor de otra manera!
La ira de Mahuixotl aumentó. ¡Debo enviar mi ejército para quemar mis saludos en sus cosechas, para que finalmente puedo escuchar una respuesta adecuada!
Xochicualli se rió. Mahuixotl siempre tuvo un sentido de humor agudo.
¡Jajaja!
“¿Cómo se atreve a reírse de mí también? ¡Lo voy a destruir!”
Inkar e Inzu miraron desde los cielos. Ellos sacudieron la cabeza en confusión y suspiró con la irritación.
“¿Cómo sucedió esto? Debemos arreglar esto,” Inkar dijo. Ellos convocaron a los cuatro vientos para transportar los reyes más rápido que la alas de un colibrí. Los reyes fueron llevados a la tierra entre sus reinos.
“¡Mi amigo!” gritó Xochicualli cuando vio a Mahuixotl y lo abrazó. Mahuixotl estaba confundido al principio, pero luego se dio cuenta. ¡Había malinterpretado sus palabras!
“Claramente,” bramó Inzu, “Ustedes dos son demasiado tontos para entender el sentimiento detrás de sus palabras. Este es nuestro regalo final.” Los reyes vieron caras aparecen en sus celulares. Las caras tenían muchas expresiones diferentes–triste, feliz, enojado. “Usen estos emojis para expresar sus emociones.”
Y con ese último regalo de los dioses, los dos reyes pudieron hablar honestamente y claramente. Ellos salvaron su amistad y vivían en la harmonía como aliados, eternamente agradecidos a los dioses gemelos.