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La locura: una liberación de las normas sociales

 

por Christian Westphal (2021)

*Nota del editor: Este trabajo fue premiado como el mejor ensayo crítico escrito en español del año (2019-20) por el equipo de La Voz.

Escrito por Miguel de Cervantes Saavedra en el siglo XVII, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha es la obra más celebrada del mundo literario español. El protagonista, un hidalgo viejo y flaco llamado Alonso Quijano, decide escapar de su vida aburrida y se convierte en caballero de fantasía. Exitoso no solamente por el humor y drama que utiliza en sus páginas, Cervantes también juega con las ideas de la realidad y la ficción, y nos lleva a preguntarnos “¿qué es la locura?” El protagonista de El loco, escrito por Gibrán Khalil Gibrán en 1918, resalta estas mismas ideas a través de las máscaras metafóricas que lo restringen de su autoexpresión. Juntas, estas dos obras maestras contienen un mensaje que ha influenciado a la sociedad española y latinoamericana profundamente por los últimos siglos: la locura puede servir para liberarnos de las expectativas sociales.

Una vez pierde sus máscaras metafóricas, el narrador de El Loco se siente libre, lleno de una seguridad poderosa. Cuando grita que “[alguien le] había robado todas [sus] máscaras…las siete máscaras…las siete vidas distintas” (Gibrán 3-4), expone el propósito de llevarlas: para actuar de una manera ‘correcta’ y ‘aceptable.’ El número de sus máscaras alude a los siete días de la semana; no se permite, ni por un momento, vivir libre de las expectativas sociales. Esto es una realidad triste porque, al tener que balancear tantas mentiras, pierde la oportunidad de ser genuino. Eventualmente se da cuenta de esto, y dice “¡Benditos! Benditos sean los ladrones que [le] robaron [sus] máscaras” (Gibrán 11-12). También utiliza una imagen del sol para expresar su alivio: “por primera vez el sol besó [su] desnudo rastro…y ya no [quiso] tener máscaras” (Gibrán 9-10). El sol es un símbolo de la luz y de la vida, y le da la energía para sobrevivir aún sin máscara. Al final de su obra explica que “en [su] locura [ha] hallado…la seguridad de no ser comprendido, pues quienes [lo] comprenden esclavizan una parte de [su] ser” (Gibrán 12-15). En el contexto latinoamericano, la locura simplemente significa ser ‘diferente.’ Pero en este caso, el narrador muestra una perspectiva completamente diferente sobre la locura — gracias a ella, no solamente puede expresarse como quiere, sino que se atreve a deshacerse de las restricciones de sus alrededores. Es decir, gracias a su locura, ya no es un esclavo de la sociedad.

Para lograr su libertad y aprovecharse de su locura, Don Quijote tiene que ponerse — no quitarse — la máscara de caballero de fantasía. Aunque esto sea un contraste con la experiencia de ‘El Loco’ (quien encuentra su locura al perder las máscaras), las aventuras de Quijote de todos modos le permiten liberarse de las expectativas de su ambiente. Antes de convertirse en caballero, Quijote (entonces llamado Alonso Quijano) era un hombre “seco de carnes…[y] amigo de la casa” (de la Mancha 105). Esta descripción sirve para mostrar la vida aburrida de Don Quijote: flaco, perezoso, y sin propósito. Pero cuando decide convertirse en caballero, aún uno de fantasía, siente “tan agradables pensamientos…[y un] extraño gusto…[que le] dio prisa a poner lo que deseaba” (de la Mancha 106). Por primera vez en su vida, Quijote elige realizar sus deseos y terminar con su monótona rutina. Esta decisión lo entusiasma y le da un sentido ‘extraño,’ una emoción desconocida de gusto. Sin embargo, mantener esta satisfacción es difícil; en algunos casos, como pasa con Pedro Alonso, su vecino, Quijote tiene que afirmar con convicción que “[él sabe] quién es…y [sabe lo] que puede ser” (de la Mancha 129). No le importa mostrar su locura, porque de esta manera se asegura de que continúe su fantasía. Es decir, Quijote entiende que para seguir viviendo de en una manera libre — poder expresarse como quiera — tiene que aprovecharse de su locura para ignorar la realidad de los demás. Cuando le dice a su escudero Sancho Panza, que “[como Quijote] piensa, así es verdad” (de la Mancha 134), Quijote enfatiza este mismo mensaje. Don Quijote, en su locura, se aísla de la sociedad en la que vive. Pero, como se puede ver en el gusto y entusiasmo que le da simplemente ser caballero de fantasía, su estar loco le permite vivir libremente. 

‘Ser loco,’ una expresión que se usa muchas veces en la vida cotidiana, parece ser fácil de definir. Pero cuando se empieza a investigar más profundamente, se vuelve claro que no existe una respuesta definitiva. En algunos países, como en los Estados Unidos, la locura es algo exclusivamente malo — alguien peligroso, por ejemplo. Sin embargo, en Latinoamérica y España, la locura se ve más como una característica de una persona excéntrica. La locura de Quijote y El Loco les permite librarse de las expectativas sociales (las máscaras) y los deja vivir sus sueños (de caballería, por ejemplo). Quizás los autores de estas dos obras están proponiendo un mensaje muy diferente a la opinión generalmente aceptada por nuestra sociedad: la locura es algo que debemos celebrar porque indica que una persona está segura de sí misma. Tal vez los más ‘locos’ entre nosotros en realidad son los más cuerdos.