por Taya Puner, Class of 2025
Cuando el mundo fue creado, había dos dioses, uno de la lluvia, Tlaloc, y uno del sol, Huitzilopochtli. Los seres humanos necesitaban la lluvia y el sol para continuar el ciclo de la vida. Desde el principio, los dioses no se llevaban bien. Ellos pelearon mucho, y los combates hicieron que el clima cambiara mucho. Pero ellos tenían algo en común, ambos dioses amaban a los seres humanos del mundo, y ambos querían complacer a los seres humanos. Pero los dioses siguieron luchando sobre quién podría controlar el clima.
Tlaloc trató de trabajar todos los días, él no quería que hubiera sequías. También, él sabía que la lluvia hace felices a algunos seres humanos. Él creía que el sol hacía que la gente estuviera demasiado caliente. Al mismo tiempo, Huitzilopochtli trató de trabajar todos los días. Él sabía que el sol hacía que la gente disfrutara de salir. También, los seres humanos pueden obtener vitamina D del sol. Él creía que la lluvia hacía que la gente estuviera demasiado mojada. Porque los dioses estaban peleando mucho, los seres humanos del mundo se volvían infelices. La lucha entre los dioses hizo que el clima cambiara cada pocos minutos. Hizo que la gente dejara de salir. El mundo fue destruido. Las plantas y los animales no podían vivir un ciclo de vida saludable. Los dioses empezaron a notar que faltaba gente. Se dieron cuenta de que necesitaban cambiar, pero les preocupaba que fuera demasiado tarde. Los dioses se dieron cuenta que ellos solo estaban pensando en sí mismos. Los dioses y los seres humanos necesitaban trabajar juntos para sobrevivir. Pero ahora, la gente no adoraba a los dioses, lo que significaba que estaban en apuros. Así, los dioses decidieron sacrificar sus sentimientos, y dividir los días de la semana, así algunos días llovería, y algunos días estaría soleado. Los dioses necesitaban sacrificar sus sentimientos para restablecer la dualidad entre los dioses y los seres humanos. Al principio, el ciclo del clima estaba fusionado. Porque el clima fue más estable, más seres humanos salieron y fueron más felices.
Pero un día, el horario estaba en mal estado, y Tlaloc y Huitzilopochtli pensaron que era su día. Mientras ambos salían, sucedió algo extraño. Aunque Tlaloc hacía una lluvia ligera, Huitzilopochtli se veía a través de las nubes. En ese momento, mucha gente salió a mirar. En la distancia, apareció un gran objeto. El objeto vino del suelo, y era de muchos colores. Uno podía ver dónde empezaba o terminaba. Con rojo, naranja, amarillo, verde, azul, y morado, los seres humanos nunca habían visto colores juntos como este antes. A la gente le encantó, ellos comienzan a sonreír y animarse. ¡Un arcoíris!, un niño gritó. Ese fue el nombre perfecto, todos estuvieron de acuerdo. En ese momento, Tlaloc y Huitzilopochtli se miraron. Ellos nunca habían visto a la gente tan feliz. Fue entonces cuando Tlaloc y Huitzilopochtli se dieron cuenta del poder que tenían cuando trabajaban juntos. Aunque Tlaloc y Huitzilopochtli tenían sus diferencias, ellos se dieron cuenta de que eran más fuertes juntos. Huitzilopochtli y Tlaloc todavía no se aman. A veces se pelean, y uno se hace cargo por mucho tiempo. Por ejemplo, a veces en el verano, Huitzilopochtili trata de salir más, y hay sequía. Pero otras veces, Tlaloc se hace cargo, y llueve por muchos días. Sin embargo, los dioses no luchan todos los días. Los seres humanos quienes estaban allí el día que salió el arcoíris, cuando contaron la historia a las próximas generaciones. Las próximas generaciones podrían vivir en un mundo bueno, dondequiera que lloviera y estuviera soleado. Ahora, unos días al año los dioses son amables el uno con el otro, cosa que alegra a los seres humanos bajo en arcoíris.