por Eva Westphal
Mi abuelo me dijo
Que porque todas las flores habían muerto en la tormenta
La gente sacaba agua de azúcar para las abejas
Dijo que las torres de celulares
Parecían como si un gigante las hubiera doblado fácilmente
Y que ducharse se siente como libertad
Y que la electricidad es un milagro, mija
Pero el viejo San Juan sigue intacto, así que no llores
Y tuvimos suerte, princesa.
Caminó hacia el interruptor y prendió y apagó la luz cuatro veces
La única pregunta mía a la cual nunca respondió fue
“¿La noche todavía suena a coquíes?”