por Daniel Siegel, ’22
Mi abuelita es mi historia. Mi vida es su legado en este mundo. Ella es cubana,nacida en la Habana. Ella tiene una historia con muchas capas. Es judía, sus padres inmigraron a Cuba desde Europa antes del Holocausto. Ella salió de Cuba cuando tenía catorce años cuando sus padres se dieron cuenta que Fidel Castro iba a tomar el poder de Cuba.
Su familia se mudó mucho para protegerse de la violencia y la persecución. Por eso, yo estoy en el lugar donde estoy ahora. Estoy muy agradecido de las selecciones y sacrificios de mis bisabuelos. Trabajaron mucho por mi vida y la vida de mi madre.
Hace once meses, fuimos como una familia a Cuba para explorar la cultura de mi abuela. Antes del viaje, mi abuela nos dijo que ella estaba segura cómo iba a encontrar a Cuba. En el momento cuando nos bajamos del avión, ella estaba muy feliz. Tomamos muchas fotos y estábamos muy emocionados. Caminamos a la estación del control de pasaportes, y salimos del aeropuerto. Después de salir, condujimos al centro de la ciudad. Pusimos nuestras cosas en el cuarto, y fuimos a la casa donde ella nació. Cuando llegamos a la calle de Picota, vimos su casa. Ella vivió en el segundo piso de un rincón en la Habana Vieja. Hay tres cuartos, y una azotea. Ahora, una familia con cuatro personas vive allí. Hay una cocina y un dormitorio. Mi abuela dijo que ella se sintió muy triste porque al ver la tan destruida.
Por tres días, caminamos por la Habana y Habana Vieja. Hay coches viejos, niños jugando fútbol en las calles. También vi muchos, muchos mangos y otras frutas. Ella reflexionó sobre las diferencias de su tiempo en la Habana anterior y de ahora. Dijo que todos los edificios están rotos, el gobierno no hace nada para la gente, y que hay una brecha grande en la gente pobre y rica. No hay una clase media en Cuba. En total, ella está desilusionada del estado de su patria hoy en día. Es muy diferente ahora de lo que era hace ochenta años.
Después de unos días en la Habana, fui a una playa para nadar y bucear en el mar. Todo el tiempo, en nuestro subconsciente , pensábamos que no era la Cuba real. Las playas blancas son bonitas, pero no representan la patria de mi abuela. Ella no había regresado a su casa por ochenta años, y ella necesitó este viaje. Yo estoy muy contento porque pienso que ella se siente contenta con su patria. Ella sabe la mala condiciones que la gente pasa allá, pero, por lo menos ella lo sabe.
Ahora, pienso que ella sabe la necesidad de los servicios en Cuba y pienso que ella va a hacer cosas buenas para mejorar la calidad de la vida en Cuba, especialmente para los niños. Los niños son el futuro, y un futuro bueno es necesario para una buena Cuba. Cuba es un país que necesita mejorar para el futuro. Nosotros somos el futuro, y es necesario priorizar países, los cuales no son tan afortunados como nosotros en Milton Academy.