por Katie Berry
En el pasado, las tortugas gigantes no eran únicas de los Galápagos. Se podían hallar en casi cada continente, y en total habían casi un millón. Desde la llegada del hombre a sus hogares, la población se ha disminuido muchísimo, erradicada por cosas indirectas (como los ratones, llevados por los barcos humanos, que comían los huevos de las tortugas) y directas (como la caza por balleneros y bucaneros para alimento fresco) de mucho del resto del mundo– y casi incluyendo los Galápagos también. Dos siglos después, casi doscientos mil tortugas gigantes han sido matadas; hace poco, quedaban solo quince tortugas en la Isla Española de los Galápagos.
Sin embargo, hay esperanza para la tortuga gigante. Este octubre, un estudio por James Gibbs, profesor de biología de conservación de vertebrados de la Escuela de Ciencia Ambiental y Forestal de la Universidad del Estado de Nueva York, anunció que las tortugas de la Isla Española se han recuperado un poco. Gracias a los esfuerzos protectivos sobres las tortugas gigantes, las tortugas gigantes han podido reproducir y criar en cautiverio. Porque ahora hay más de 1.000 tortugas gigantes, la población por fin no necesita intervención humana– y ahora que han sobrevivido la juventud, estos ejemplares vivirán hasta un siglo o más.
Aunque estas tortugas gigantes ahora no están a punto de la extinción, el proceso de la recuperación será un proceso largo. Esto es el primer paso hacia una población próspera de tortugas gigantes, y uno que representa mucho más para la conservación mundial.